Cada mañana a partir de las 9:00 desde un pasillo cercano a la entrada de la organización proinmigrantes CASA, se escucha a un grupo de personas de distintas nacionalidades repetir una y otra vez expresiones con las que están muy poco familiarizados.

“In front of” (en frente de), “The notebook is on the chair” (la libreta o cuaderno está sobre la silla), o “Tomorrow is Friday” (mañana es viernes), son algunas de las palabras y frases que resultan extrañas para quienes las repiten, por ser pronunciadas en un idioma distinto al que conocieron en los hogares donde crecieron y las escuelas a las que asistieron.

No obstante, una mujer de mediana estatura y tez blanca que se ubica frente a la pizarra del salón de clases se arma de múltiples técnicas para que quienes la observan entiendan las expresiones que dicta y pierdan el miedo a decirlas en público.

Recientemente, la joven maestra Marla Nafziger, entregó una hoja de papel en blanco a cada uno de sus estudiantes para que construyeran un avión en el que previamente habían escrito, en inglés, tres de sus pasatiempos favoritos. Acto seguido pidió que se los intercambiaran lanzándoselos.

El divertido ejercicio propiciaba que los estudiantes practicaran en voz alta la lectura al tener que citar las actividades que realizan sus compañeros en su tiempo de ocio.

La técnica empleada por Nafziger es una de muchas que se utilizan en el modelo educativo Montessori donde los estudiantes aprenden mientras juegan. Y aunque el foco central de su clase es la repetición y el “practice with your partner” (practica con tu compañero), como se le escucha continuamente decir, Nafziger se apoya comúnmente en el juego para enseñar inglés básico a un grupo de personas procedentes de distintos países de Latinoamérica y algunos países de África.

“Tomo clases de inglés para conocer mejor a Estados Unidos y entender a los estadounidenses”, dijo a El Tiempo Latino Ahmed Assane, un inmigrante de 48 años nacido en Camerún.

Con marcado acento, Assane dice en inglés que lleva 11 meses en Norteamérica y que para reforzar las clases ve mucho las noticias por televisión, donde según asegura, observa continuamente al presidente Donald Trump hablando mal de los inmigrantes que tienen piel negra o morena.

Assane, padre de ocho hijos, es uno de cuatro estudiantes africanos en la clase de Nafziger. El grupo coincide en la urgencia que tienen por aprender inglés ya que entienden que el poco dominio del idioma es una de las causas que más limita la integración de sus pares a la sociedad estadounidense.

La población de africanos en Estados Unidos ‑estimada en más de un millón y medio de personas‑ es una de rápido crecimiento, reportó el Censo en 2014.

A través de su Encuesta sobre la Comunidad Estadounidense (ACS, siglas en inglés), el Censo reveló que desde 1970 dicha población se duplica en cada década.

Maryland, con una población de 6’052.177, según datos del Censo de 2017, figura como el cuarto estado de la nación con mayor cantidad de africanos: 120.000. La lista la encabeza Nueva York (164.000), seguido de California (155.000) y Texas (134.000).

Latinoamericanos también dicen presente

Los africanos no son los únicos a los que les urge hablar inglés. José Lara, de Guatemala, aseguró a este medio que necesita aprenderlo para poder lograr un mejor empleo. El joven trabaja actualmente en un restaurante de comida china.

Aspiración similar tiene su compatriota Karen Estrada, quien tras varias veces visitando el estado con su familia, decidió establecerse sola en la ciudad para así dominar el idioma y emprender posteriormente una carrera universitaria en Administración de Empresas.

“Decidí estudiar para poder comunicarme con las personas sobre todo cuando salgo sola. Es muy difícil entender a alguien cuando no sabes su idioma”, afirmó por su parte Carolina García, una joven mexicana de 29 años que llegó en diciembre del año pasado a Estados Unidos y que rápidamente se matriculó en las clases de inglés que ofrece CASA, organización comunitaria que, según pudo constatar El Tiempo Latino, en los últimos años ha experimentado un aumento en las inscripciones para este tipo de cursos.

García, quien llega al centro en transporte público, tras dejar a sus dos hijos en la escuela, describe la clase de Nafziger como una “muy dinámica” y un espacio en el “que se siente muy a gusto con todos sus compañeros”.

“Es muy amena, aprendemos muchísimo. Aunque la maestra Nafziger no habla nada de español ella explica muy bien”, señaló García, quien se desempeña como ama de casa.

Nafziger, quien ha trabajado como maestra de inglés en escuelas de nivel intermedio, asegura que actualmente disfruta mucho más enseñar el idioma anglosajón a los adultos ya que “están más comprometidos e interesados en aprender”.

Esta pieza fue escrita por Juan Carlos Melo y 
fue publicada por primera vez en El Tiempo Latino.